LOS ENJAMBRES DE LA ESPERANZA
(A Rigoberta Menchu,
defensora de los derechos de los pueblos indígenas
y premio nobel de la Paz)
No es fácil Rigoberta,
que regresen los enjambres
a construir de miel
un mundo para nuestros hermanos
indígenas.
No es fácil que cada uno no
tome de esa miel
más de lo que en elemental
derecho
y universal justicia
necesitan sus pueblos e
hijos.
No es fácil que no venga
alguien
dispuesto a gobernar los
enjambres,
a hacer cautivas las
igualitarias abejas.
No es fácil que su zumbido de
polen y azucena
rompa el herrumbroso silencio
que impone la
injusticia de las metralletas.
No es fácil que tu sueño
natural,
cuajado de ternura y
esperanza,
no sea capitalizado por el norte
y sus secuaces.
No es fácil Rigoberta,
recomponer tu espacio,
el espacio vital de tu
estirpe.
Pero si estás tú,
vivirá en ti la primera
piedra,
y tú y tú y él, piedra a
piedra
iréis levantando en él ánimo
de todos,
poderoso adarve,
la firme voluntad de victoria
a la que el inexorable
destino os convoca
El cimiento está ya anclado
en los corazones y la sangre
de los que antes han muerto.
Si estás tú, humilde
luminaria,
la antorcha del pasado
alumbrará este presente
horrible,
y su luz os guiará
en la ardua tarea de liberar
los enjambres
de tan noble raza.
Liberarlos y llevarlos,
corazón de corazones,
hasta vuestros orígenes
más remotos,
donde volver a elaborar la
miel,
el laborioso alimento
de todos los indígenas de
América.
Con ella, se
reconstruirán templos,
se taponarán heridas,
se amamantarán los hijos,
padres y abuelos
de la milenaria estirpe.
Con ella, que se derrite
como la libertad
en las ardientes manos
de los dictadores.
Con ella, que se fuga
de los cestos de los
avariciosos.
Con ella, digo,
construiréis para Guatemala
y toda América del Sur,
la esperanza, la nueva
esperanza.
Con ella y contigo
y con los que han
muerto,
se romperá, te lo juro, el
silencio,
y emergerá pleno el canto de
libertad y esperanza,
que empezará en un zumbar
recio
para ser luego leve zumbido
de hacendosa colmena.
Zumbar de la paz sin gloria
sin descanso y sin violencia,
ese será el lenguaje
que más enseñe al norte y a
occidente.
A este Occidente que solo
entiende
de fábricas, consignas
y armas.
A este Occidente que ha
olvidado
que la esperanza está en los
enjambres
que traerán de nuevo
la palabra y el alimento
a todos los indígenas de
la tierra.