martes, 20 de enero de 2015








LOS ENJAMBRES DE LA ESPERANZA
(A Rigoberta Menchu, defensora de los derechos de los pueblos indígenas
y premio nobel de la Paz)

No es fácil Rigoberta,
que regresen los enjambres
a construir de miel
un mundo para nuestros hermanos indígenas.

No es fácil que cada uno no tome de esa miel
más de lo que en elemental derecho
 y universal justicia
necesitan sus pueblos e hijos.

No es fácil que no venga alguien
dispuesto a gobernar los enjambres,
a hacer cautivas las igualitarias abejas.

No es fácil que su zumbido de polen y azucena
rompa el herrumbroso silencio
 que impone la injusticia de las metralletas.

No es fácil que tu sueño natural,
cuajado de ternura y esperanza,
no sea capitalizado por el norte y sus secuaces.

No es fácil Rigoberta,
recomponer tu espacio,
el espacio vital de tu estirpe.

Pero si estás tú,
vivirá en ti la primera piedra,
y tú y tú y él, piedra a piedra
iréis levantando en él ánimo de todos,
poderoso adarve,
la firme voluntad de victoria
a la que el inexorable destino os convoca

El cimiento está ya anclado
en los corazones y la sangre
de los que antes han muerto.

Si estás tú, humilde luminaria,
 la antorcha del pasado
alumbrará este presente horrible,
y su luz os guiará
en la ardua tarea de liberar los enjambres
de tan noble raza.

Liberarlos y llevarlos, corazón de corazones,
 hasta vuestros orígenes más remotos,
donde volver a elaborar la miel,
el laborioso alimento
de todos los indígenas de América.

 Con ella, se reconstruirán templos,
se taponarán heridas,
se amamantarán los hijos, padres y abuelos
de la milenaria estirpe.

Con ella, que se derrite
como la libertad
en las ardientes manos
de los dictadores.

Con ella, que se fuga
de los cestos de los avariciosos.
Con ella, digo,
construiréis para Guatemala
y toda América del Sur,
la esperanza, la nueva esperanza.

Con ella y contigo
 y con los que han muerto,
se romperá, te lo juro,  el silencio,
y emergerá pleno el canto de libertad y esperanza,
que empezará en un zumbar recio
para ser luego leve zumbido
de hacendosa colmena.

Zumbar de la paz sin gloria
sin descanso y sin violencia,
ese será el lenguaje
que más enseñe al norte y a occidente.

A este Occidente que solo entiende
de fábricas, consignas
y armas.

A este Occidente que ha olvidado
que la esperanza está en los enjambres
que traerán de nuevo
la palabra y el alimento
a todos los indígenas  de la tierra.